domingo, 1 de septiembre de 2013

BIENVENIDA AL CLUB DEL SIDA


Una vez más el clásico del sábado llega en día domingo...
Existen muchas versiones diferentes de esta historia, que encierra en cada una de ellas una intención eminentemente moralizante, y que en algunos casos llega incluso a internarse en terreno de la alarma social. Les dejo mi versión.





Margarita era una chica que durante toda su vida se había mostrado reservada, un poco tímida incluso. Sus padres eran muy exigentes con su rendimiento académico, y ella no les daba más que satisfacciones. Finalizando ya el último año del secundario y ante la organización del viaje de egresados, había cambiado: se animó a participar de las reuniones y formar parte de los grupos que se encargaban de todas esas cuestiones. De esta manera, aquella adolescente casi invisible pasó a tener notoriedad, y todos parecieron descubrir que existía, y que era muy bonita.
El viaje fue un exito: viajaron felices, compartieron mil cosas, se forjaron amistades hasta entonces impensables... Margarita disfrutaba a pleno de estas nuevas experiencias. Sobre todo le encantaba ir a bailar: algo que había estado prohibido para ella durante mucho tiempo.
La última noche del viaje, la última noche de baile, Margarita conoció a aquél muchacho. Un joven alto, con la piel bronceada y la mirada penetrante. Tan distinto a sus compañeros... No lo conocía, seguramente había viajado con otro colegio. Él se le acercó, la sacó a bailar, le habló al oído. Ella no pudo resistirse, se sentía en medio de un cuento de hadas. Las luces, el ruido, todo pareció desvanecerse cuando después de unos tragos se escabulleron a su habitación...

Margarita despertó agitada. Todavía era de noche, el muchacho no estaba en la cama y ella no recordaba con claridad lo que había pasado. Sabía que habían tenido relaciones sexuales, pero algo le aguijoneaba el pecho, un temor, una angustia... Vió la caja sobre la mesa de luz. La abrió y dentro encontró una horrible rosa negra y una tarjeta. Mientras leía, recordaba lo que en medio de su sopor le había oído decir a él, cuando se despedía con un beso en la mejilla:
Bienvenida al club del SIDA

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Y para los que piensan que algo como esto no puede ocurrir en la realidad...

<<El joven ingresó al estudio, cargando un casco de moto y una mochila en su espalda, requiriendo información para tomar un préstamo.
Silvia, la secretaria del estudio, le pidió al sujeto que tomara asiento pero éste comenzó a seguirla y sacando una jeringa con sangre de sus ropas le dijo: "Bienvenida al club del sida. Dame la plata".>>

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